Con la película Cabros de mierda (2017) se cerró el ciclo de cine organizado por el Círculo de Periodistas de Santiago en reconocimiento a la obra y trayectoria del director de cine Gonzalo Justiniano.

Durante los últimos tres lunes del mes de marzo, se proyectaron en el Teatro Camilo Henríquez diversas obras del cineasta nacional realizadas en distintos contextos históricos con el fin de observar el paso del tiempo y los procesos a través del cine.

Además, la selección de cintas puso especial énfasis en los personajes femeninos, en conmemoración del mes de la mujer. En este sentido, la película que abrió este ciclo de cine fue Sussi (1989), primer éxito de Justiniano entre el público nacional cuya historia se centra en una chica que llega a la capital buscando una oportunidad en el mundo del espectáculo, encontrando en el camino a una serie de personajes que lo único que buscan es aprovecharse de ella.

En la segunda exhibición se proyectó la película B-Happy (2003), donde la protagonista es Kathy, una adolescente que vive en una precaria situación junto a su madre y su hermano en una ciudad costera de Chile. A lo largo de la cinta la menor se enfrenta a la pérdida, la carencia y la ausencia, iniciando una transformación a nivel personal que transita por los parajes más sórdidos de la realidad nacional.

Un aporte a la memoria

En la última jornada, el turno fue de Cabros de mierda (2017), película más reciente de Gonzalo Justiniano que selló el Ciclo de Cine Directores que dejan Huella, organizado por el Círculo de Periodistas de Santiago.

Con una impactante propuesta que no dejó indiferente a la audiencia, Joel Poblete, crítico de cine a cargo del conversatorio al cierre de la proyección, destacó que sería “una de las obras de mayor calidad técnica y artística del director chileno”.

Por otra parte, el también periodista hizo especial énfasis en que las escenas que introduce la película sobre la vida en las poblaciones de Chile durante la dictadura son material de archivo y parte del trabajo documental de Justiniano durante el régimen de Augusto Pinochet, el cual solo pudo haber sido visualizado en suelo nacional tras el retorno de la democracia.

El público, por su lado calificó la película como conmovedora, valorando el aporte a la memoria que el film representa y manifestando su interés en ver cine chileno en  esta sala, porque a veces sólo tienen oportunidad a través de las pantallas de televisión abierta en horarios de alta audiencia.

Abriendo espacios de debate

Respecto a la realización de este ciclo de cine para la comunidad, Margarita Bastías, tesorera del Círculo y organizadora del evento, destacó la importancia de su puesta en marcha, especialmente tras la pandemia del Covid-19.

Estos ciclos han servido para formar audiencias (…) para profundizar sobre nuestro país con el cine chileno y reflexionar, y darnos un espacio para intercambiar opiniones y reencontrarnos después de lo que fue la pandemia que nos dejó tan alejados y apartados”, señaló Bastías.

Finalmente, la tesorera fue enfática en señalar que este tipo de instancias aportan a fortalecer el espíritu del Círculo de Periodistas y lo que representa como institución, en la medida que se abren espacios de debate.

“Por algo nosotros somos Círculo, por eso queremos crear círculos reflexivos donde podamos intercambiar nuestra opinión y diferentes miradas sin la necesidad de tener una uniformidad, nosotros queremos diversidad para poder aprovechar mejor la creatividad que tenemos cada uno de nosotros. Queremos ser un Chile inclusivo, queremos recuperar lo mejor que hemos tenido, y en este caso el cine nos ha servido bastante”, concluyó.

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