Sofía Cáceres*
Si en el pasado Venezuela fue pionera y ejemplo para la liberación del Continente, hoy en día se erige en un bastión paradigmático para la salvaguarda de la dignidad, la soberanía y la independencia política e ideológica de los pueblos del mundo.


Hoy resiste con heroísmo el ataque feroz del imperio del Norte y de las derechas mundiales y del interior del país, empeñadas en poner la mano a los recursos naturales de este país–bendecido por la mano del Creador--que no sólo tiene las reservas estratégicas de petróleo más grandes del mundo, sino que oro, diamantes, koltan, bauxita, tierras fértiles e inexplotadas, agua y una ubicación estratégica envidiable, pues es una verdadera encrucijada de acceso a varios continentes.

Llama profundamente la atención el contraste entre la Venezuela que venden los medios de comunicación hegemónicos al exterior del país y la realidad vivida a diario por sus habitantes. Desde fuera se percibe un país convulsionado, casi en guerra civil; un pueblo descontento que casi no apoya al Gobierno; una miseria generalizada, con gente muriéndose de hambre, un desabastecimiento absoluto, un caos absoluto.

La verdad es que la vida cotidiana transcurre con normalidad. La gente trabaja y los niños y jóvenes van a sus escuelas y colegios. El desabastecimiento no es tal, hay oferta suficiente. Los estantes de los supermercados y negocios están abarrotados. Pero los precios son tan altos que es casi imposible comprar. Paradojalmente, casi no hay posibles compradores.

Cabe destacar que el Gobierno Bolivariano y su presidente Nicolás Maduro, calificados de dictadura no ejercen el control necesario ante una especulación inhumana. Tampoco lo hacen los Consejos Comunales, organizaciones populares impulsadas por Hugo Chávez, para ejercer el poder auténticamente popular y la contraloría social.

El Gobierno ha subsidiado algunos productos de consumo básico, de producción nacional– los que sin embargo–no se consiguen en el auto mercados, porque son desviados para ser vendidos por los contrabandistas de alimentos o “bachaqueros.”

Llama asimismo la atención que el dólar se ha convertido en moneda habitual en las transacciones comerciales. Los taxistas del aeropuerto cobran en dólares, sin que nadie los supervise, convirtiendo el servicio en algo prohibitivo, por la distorsión creada artificialmente por operadores ilegales.

Desde el jueves recién pasado, el pueblo disfruta del asueto de Carnaval, luego de haber sufrido una presión inhumana con la amenaza de invasión militar por parte de los Estados Unidos, que con el pretexto de una supuesta ayuda humanitaria buscaba provocar un enfrentamiento entre policías y militares de Colombia y Venezuela.

El Gobierno ha desplegado vigilancia, transporte y actividades deportivas y culturales, para el disfrute y descanso de los ciudadanos. El resultado es un país en completa calma, alegre y compartiendo en familia, mostrando toda su riqueza patrimonial a través de música, bailes y disfraces.

Como en el pasado, Venezuela representa un baluarte para la paz, la dignidad, la libertad y la soberanía de los pueblos pues ha mostrado un valor inestimable al resistir heroicamente los ataques demenciales de la potencia imperial más sanguinaria de la historia, la que ha atropellado todas la normativa legal de los organismos internacionales y los sagrados principios de la convivencia entre los países a no injerencia; la no intervención, la soberanía y la no utilización de presiones económicas con fines políticos.

Venezuela se ha convertido en la capital política del mundo, donde se está jugando el futuro de la humanidad.

*Sofía Cáceres, Periodista Universidad de Concepción
Docente, Investigadora Centro Memoria del Periodismo
Asociación Nacional Periodistas Eméritos

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