Por Enrique Ramírez Capello


Elegante, culto, imperativo. Pulcro, disciplinado, íntegro. Heredero principal de la sangre futbolística de Fernando Riera, el director técnico de la selección chilena que clasificó en tercer lugar en el Campeonato Mundial de Fútbol de 1962.

Es Manuel Pellegrini, el entrenador con más éxitos internacionales. Lo recrea, con propiedad y acuciosa documentación, el periodista Patricio Abarca Mora. Entrevistas, anécdotas y estadísticas. El libro se titula “Pellegrini: Lecciones sobre la vida y el fútbol”. El prólogo es de su colega y dirigente máximo Harold Maine-Nichols.

Enfático: “Para mí hay características de Manuel que lo ponen en el liderazgo de cualquier estadística de técnicos chilenos”.

Y lo respalda con datos irrefutables: “Sus logros en Sudamérica (campeón con Liga Deportiva Universitaria, San Lorenzo y River Plate) y en Europa (semifinalista de la Champion League con Villarreal de España; técnico del Real Madrid y gran campaña con el Málaga, más el campeonato inglés con el Manchester City), lo dejan en ese lugar de privilegio”.

El mejor.

En el lado triste de la vereda está su lamentable paso como D. T. de la Universidad de Chile: el equipo azul descendió por primera vez en su historia. El ingeniero, titulado en la Universidad Católica, trasplanta su coherencia al deporte más popular del mundo. Trata de usted a sus jugadores. Respeta a todos y exige reciprocidad.

Es riguroso con la puntualidad, el peso de sus dirigidos y la buena conducta en camarines, en la cancha y fuera del trabajo profesional. Patricio Abarca lo demuestra con notable documentación y valiosos testimonios. Investigación seria, sin halagos inútiles ni adjetivos superfluos.

En el capítulo inicial, el periodista rescata un hecho insólito y casi fatal. Pellegrini manejaba de regreso desde Rancagua. Meditaba sobre su empresa constructora y el partido de O`Higgins, su equipo de entonces. De pronto, un tren pasó a pocos centímetros de su automóvil.

Arturo Salah, el otro gran discípulo de Fernando Riera, recuerda: “Llegó blanco, casi pasa un cruce sin ver el tren. Venía pajareando, cansado, porque se lo pasaba viajando… esa vez el tren quedó raspando la nariz del auto, le agarró el capó”.

La mayoría de dirigentes, jugadores, periodistas e hinchas considera que es el mejor para dirigir, algún día, la selección nacional. Pero él prefiere seguir en Europa, a pesar de que últimamente no lo ha pasado bien con su equipo inglés.

Antes, ha recorrido otros continentes, con dispares resultados.

Patricio Abarca aplica el bisturí de sus conocimientos para mostrar un excelente retrato humano del director técnico.

Manuel Pellegrini, el mejor.

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