Por Enrique Ramírez Capello


Eras refrescante, simpática y lúdica. Alegre, rápida, dulce. Venías del sosiego monacal de La Serena, la ciudad de los campanarios. Disfrutaste de una niñez muy feliz con tus dos hermanas. Gozabas cuando tu papá te regalaba revistas infantiles.Desde muy temprano fuiste una excelente lectora y te encantaban los libros. Nos conocimos en 1962 en la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica. Una casona de dos pisos en San Isidro 560. Un barrio pardo, a cinco cuadras de Alameda.

Las tenazas de esta profesión te atraparon para siempre porque te gusta contar historias y denunciar injusticias. Eras entusiasta, aplicada y rebelde. Enganchabas bien con los compañeros. Pocos años después el vientecillo de la reforma sacudió a la U.C.

Te incorporaste al ánimo de cambio y escribiste en Debate Universitario. En el egreso entraste a la revista. Algo Nuevo. La dirigía Tito Mundt, delirante rápido para redactar y hablar, literalmente trotamundos. En el equipo estaban varias de tus compañeras. Más tarde te deslumbraba Fernando Rivas Sánchez, audaz y original. Adheriste a los cambios sociales y políticos.

Cuando asumió la dictadura optaste por la defensa y la promoción de la libertad de expresión y de los derechos humanos, en lo sustantivo. Primero sufriste la cesantía y advertiste que tus amigos eran detenidos desaparecidos o se asilaban en embajadas. Miedo, incertidumbre, angustia.

Confiesas: “En 1975 me informaron que los servicios de inteligencia habían detectado mis actividades “subversivas” y recibí instrucciones de pasar a la clandestinidad”. Pero volviste a tu casa por el cumpleaños de tu hijo Maximiliano. Fue una imprudencia. Un día después, tus agentes de la Dina te alzaron a una camioneta polarizada, te vendaron los ojos y te llevaron a la Villa Grimaldi, en la precordillera. Te trataron con crueldad y odio. Te agredieron sexualmente y te humillaron. Te torturaron en los campos de concentración de Cuatro Álamos, Pirque y Tres Álamos. Te amenazaron con la pena de muerta y consejos de guerra.

Ya libre, viajaste a Colombia y trabajaste en la revista Alternativa, dirigida por Gabriel García Márquez.
Luego emigrarías a Costa Rica y República Dominicana. Regresaste a Chile y trabajaste en varias revistas.
Además con los presidentes Frei, Lagos y Bachelet, a quienes elogiaste en tu discurso. Participaste en el directorio de TVN y hoy en el Museo de la Memoria.

Ahora, la Asociación Nacional de Mujeres Periodistas, que preside Patricia Silva, te otorgó el Premio Lenka Franulic. El paralelo entre ambas es inapelable. Por la valentía, la independencia y el vigor.
En tu juventud fuiste reina de la Universidad y sigues dulce y rebelde, Marcia Scantlebury.

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