Por Enrique Ramírez Capello


Escenario Uno

Al estilo de los periodistas de Boston, que descubrieron y denunciaron los abusos de sacerdotes a niños, Óscar Contardo lo hace en Chile.

Ejerce la misma profesión, con relieve en diversos medios de comunicación.

Investigador responsable y acucioso, escribió el libro titulado “Rebaño”.

Introduce su bisturí estilístico en las perversiones de algunos integrantes de la Iglesia Católica.

Se atreve a enfrentarlos con plena identificación. Entrevista a las víctimas. Recurre a fuentes oportunas y comprobables.

Acusa a cómplices y encubridores, tema muy de actualidad.

Escenario Dos

En Punta Arenas desaparece en octubre de 2001 el joven Ricardo Harex.

Ese año se suicida el sacerdote salesiano Rimsky Rojas.

La urdimbre lo relaciona como principal sospechoso. Ya lo habían denunciado por abusos.

Contardo intensifica en la persuasión de ciertos curas sobre los fieles.

El autor no suelta los casos.

En la introducción, comenta que la visita del Papa Francisco abre las compuertas de los abusos del poder y sexuales.

Las acusaciones públicas se reiteran.

Escenario Tres

Escribe:

Las revelaciones sobre la vida real de Fernando Karadima abrieron una grieta que fue extendiéndose conforme los detalles de los abusos aparecían en la prensa. Cada nueva nota aumentaba mi curiosidad, no tanto por los abusos concretos -eso habría sido un tanto morbosa-, sino por la manera en que el sacerdote logró su cometido”.

Le intriga que pías mujeres se convirtiesen en fanáticas de él.

Muchas feligresas lo consideraban santo.

¡Y era un corrupto!

Escenario Cuatro

En contraste, que limpia la imagen de la Iglesia Católica, recuerda al sacerdote francés Pierre Dubois.

Él defendió a los pobladores de La Victoria, perseguidos por la dictadura, que realizaba la opresión policial.

Pronto lo acompañó el cura André Jarlan. Este murió de un disparo de carabineros mientras leía la Biblia. La bala le entró por la nuca.

Escenario Cinco

Entrar al seminario era -hoy cada vez menos- forma de no interrumpir su círculo, de acercarse a aquello que lo reconfortaba

-Dios y su perdón- y espantar las preguntas triviales que resultan incómodas y amenazantes para cualquier adolescente gay: “¿Cuándo vas a tener novia? ¿Cuándo te casarás?”.

Óscar Contardo no es católico y hay, a veces, matices unilaterales.

El rigor de su investigación demuestra los extravíos del “Rebaño

 

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