Por Enrique Ramírez Capello
Mario Lorca es una gran voz de Chile. Excelente actor de cine y teatro. Sin comparación como declamador.
A sus noventa años, deslumbra con su extraordinario talento y vigorosa memoria.
Durante décadas conformó un dúo con Humberto Duvauchelle, recientemente fallecido.
Recorrían en el país con “La noche de los poetas”.

Lorca anima tertulias y presentaciones de libros cuando recita “La palabra” de Pablo Neruda. Impacta con sus tonalidades y sorpresas, estilo y exigencias, fluidez y encanto.

Dice así:
“Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan. Las que suben y bajan. Me prosterno antes ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… amo tanto las palabras…. Las inesperadas…las que glotonamente se esperan, se escuchan, estas que de pronto se caen. Vocablos amados… Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío…

Persigo algunas palabras. Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo cuando van zumbando y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas…. Entonces las revuelvo, las agito, las bebo, me las zampo, las retomo, las trituro, las emperejilo, las libero…. Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como resto de un naufragio, como regalos de la ola.

Todo está en la palabra…

Una idea entera se cambia porque una palabra se traslada de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció…. Tienen sombra y transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo los que se fue agregando de tanto rodar por el rio, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Vienen en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada…

Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijoles, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más he visto en el mundo… todo se lo tragaban con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a la que ellos traían en sus grandes botas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yermos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras”.

Está ahí el juego idiomático del poeta nacido en Parral. Llegó al universo y obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1971. Mario Lorca consagra su armónico estilo con su voz imponente, recreada por los aplausos de su auditorio. Todavía actúa en teatros, universidades y otros escenarios de Chile.

Mario Lorca es mi gran amigo y jamás podré acercarme a imitar su voz. Es el mejor transporte del poeta de Isla Negra, La Sebastiana, La Chascona. Con él ganan en excelencia las palabras.

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