Por: Ana María Ortiz y Ximena González

Amigo leal, cariñoso, compañero siempre, gran, gran periodista, Hernán ha fallecido en estos días de pandemia. No fue el coronavirus, sino por suerte un infarto fulminante la causa de su muerte el pasado viernes 26 de junio, en Santiago.

Nosotras, nosotros, tus compañeros en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, en los diferentes medios, diarios, revistas donde siempre fuiste un periodista destacado cubriendo las noticias de educación y cultura te decimos: ¡Hernán Riquelme, presente!

Hernán vivió solo. Murió solo. Sus amigos lo apreciamos profundamente. Solidario, apoyador, consecuente, moderado, sin dobleces. Estaba cuando se le pedía, pero jamás entraba en un espacio donde no era llamado. Exigía la misma discreción para con él.

Trabajador empedernido, aprovechaba cada segundo de su vida para incrementar su vasta cultura, que le permitía hacer un impecable trabajo en el área periodística de la cultura y la educación. Jamás hizo alarde de sus conocimientos ni de su inteligencia, la que se apreciaba de inmediato en su conversación.

Era buen bailarín y conversador, lector empedernido y con un ojo de águila para detectar errores en los impresos. Aún cuando asistía y disfrutaba de fiestas, reuniones, convivencias y todo tipo de “juntas” realizadas por los distintos círculos en que participaba, no dejaba de proclamar el amor a su soledad, el derecho a que se respetara su “metro cuadrado”. Por eso, en este difícil período de aislamiento solitario no hemos podido despedirlo como él se merecía pero, seguro, se fue como él quería.

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