Nacida en Punta Arenas el año 1926, Licia Ballerino Ciscutti es la socia más antigua del Círculo de Periodistas.

Con 94 años de edad, Licia es de la antigua usanza,donde todo se aprendía de memoria. Por eso ahora la tengo intacta”. Hija de italiano y chilena con ascendencia italiana, a los 15 años ya hablaba cinco idiomas, edad a la que además ingresó a estudiar Derecho en la Universidad de Chile.

Su imponente trayectoria como periodista nunca la alejó de las actividades del Círculo de Periodistas. Siempre he estado presente con Juan Emilio Pacull, con Ramón Cortés Ponce, con todo ellos”. Fue además una de las primeras inscritas en el Colegio de Periodistas, en tiempos donde eran solo 120 miembros, porque se permitía solo a quienes se habían titulado en la universidad.

¿Qué tipo de periodista es Licia Ballerino?

Me voy a presentar desde el punto de vista político. Soy agnóstica, libertaria. Al único partido que he pertenecido en mi vida es al Partido Radical y era de la Gran Masonería de Chile; tengo el título de Maestra. El respeto a la libertad es el principal derecho que tiene el ser humano.

Fui una periodista múltiple. Desde 1946 cuando llegué al diario La Nación como Secretaria del Consejo de ese diario, y de ahí el gran salto en mi vida, tenía 19 años. He sido redactora de Vida Social, escribí sobre la moda Dior durante años; trabajé para Revista Ercilla, en la Embajada de Japón. Fui Directora de La Nación en tiempos de Eduardo Frei.

Vivió gran parte de su vida en la Región de Magallanes. ¿Fue su ingreso a la Facultad de Derecho lo que motivó su asentamiento en Santiago?

No. Fue por mi padre, quien era empleado público de Aduanas, luego de Correos y Telégrafos.

Tenía solo 15 años cuando quedé en Derecho. Cumplí 16 el 20 de marzo de 1943, cuando entré a la universidad. Éramos 60 mujeres y 260 hombres, entre ellos, Andrónico Luksic Abaroa, el padre del actual vicepresidente en el Banco de Chile, y Agustín Edwards Eastman.

¿Cómo fue para usted estudiar en la Universidad de Chile en esa época?

En segundo año de Derecho entré a trabajar en el Banco de Crédito e Inversiones, porque no teníamos buen sueldo. En ese entonces se vivía en residenciales, que eran elegantes, pero residenciales, al fin y al cabo: una pieza redonda. El empleado público ganaba muy poco.

Mi abuelo me ayudaba. Se llamaba Fortunato Ciscutti, era arquitecto graduado en Viena. Fue contratado por el Gobierno de Chile para transformar la ciudad penal de Punta Arenas en una ciudad para ser habitada por gente normal y corriente. Allí llegaron muchas corrientes migratorias; yugoslavos, italianos, ingleses… así La Patagonia donde los Yaganes y Onas eran dueños, fueron liquidados. Pagaban una libra esterlina por oreja de indio. Desaparecieron.

¿Cómo llega al periodismo?

Por mi padre, que era amigo de Ramón Cortés Ponce, director del Diario la Nación. Él lo designó presidente del Consejo de ese mismo periódico. Yo no pertenecía al Partido Radical, pero Ramón Cortés me llevó como secretaria del Consejo nada más, y seguí estudiando Derecho. En ese lugar conocí a la maravillosa Lenka Franulic, la conocí por Ramón.

¿Qué significó como periodista, conocer a Lenka Franulic?

Lenka Franulic fue mi maestra en el periodismo, entrañablemente amiga mía. Conocí a Zorka, su madre. Lenka era maravillosa y como periodista, increíble. Era una mujer fina, bella, con su melena rubia al viento. Yo la admiraba mucho.

En la calle San Martín tenía su departamento, le gustaban los gatos. Estuve hasta el último momento de su vida. Lenka sufrió mucho cuando tuvo un cáncer horrible. Además, antes fue operada a corazón abierto, y ella hizo su propia entrevista, en Revista Ercilla: “Mi operación a corazón abierto”.
En los funerales de Lenka hablaron Pablo Neruda, que odiaba al “Negro”, porque Ramón Cortés estudió para cura, tenía una cultura helénica salvaje.

¿Qué momentos históricos le tocó vivir en La Nación?

Fui directora de La Nación cuando triunfó Allende. Y el título que publiqué una noche, sola en el taller antiguo, donde se usaba tinta y metal, con título en negro y las letras en fondo blanco; Allende tantos miles de votos, seguía Jorge Alessandri y último Radomiro Tomic. El triunfo de Allende fue difícil, pero lo proclamó el Congreso finalmente.

Luego del triunfo de Allende, la Democracia Cristiana se transformó en un enemigo; a eso se sumó que, por mi apellido, Ballerino, me vinculaban a mi primo hermano quien era militar. Nos bombardearon en nuestra casa varias veces. Por ellos a Carlos (su marido), que trabajaba en el Banco Central, lo designaron como economista y nos fuimos a Brasil con las niñas, estuvimos cinco años allá.

¿Cómo se vive el amor siendo periodista?

Estuve 3 veces unida a hombres en mi vida, los 3 muertos de forma rápida y violenta.

Ramón Cortés Ponce fue mi compañero de vida durante 16 años: con el horror de la sociedad, mis amistades y toda la gente. Solo aceptada por los periodistas, sin que nadie dijera nada. Hasta su trágica muerte de un ataque al corazón, en 1962, justo cuando Chile le ganó a Italia en el Mundial de Fútbol, el mismo día. Mi gran amigo, mi gran mentor, mi gran profesor. Cuando murió el “Negro”, fue uno de los funerales más bonitos que se ha visto en Santiago. Toda la Escuela de Periodismo llenó la Avenida La Paz. La Escuela de Periodismo se creó por Ramón Cortés Ponce.

Después siguió Carlos Sepúlveda Vergara, quien fue presidente del Colegio de Periodistas durante 15 años. Él estaba separado. Nos encontramos y duró 32 años nuestro matrimonio. Carlos era economista, un hombre muy culto, estudió en Estados Unidos. Era un hombre muy agradable, con ojos azules.

La versión rubia del “Negro”, él era alto, macizo, buena facha y figura. Hasta su abrupta muerte. De él heredé la familia, porque yo no engendré hijos, no tenía útero cuando nací. Soy una mujer incompleta…

He viajado mucho por el mundo. Y en Austria, curiosamente de donde había salido mi abuelo, encontré a mi tercer compañero de vida. Un austriaco alto, que me adoró.

En retrospectiva, de esta vida llena de historia, ¿cuál es el recuerdo más bello que tiene?

Cuando en el Diario La Nación, convocamos a los niños de todo Chile para elegir el nombre para una elefanta de circo que había sido maltratada. “Fresia” me conocía por el olor. Una vez me metió la trompa por una polera sin mangas y me rompió el hombro. Y Aníbal Gacitúa, el director del Zoológico, me llevó a su casa para que me arreglaran la polera.

Otro recuerdo hermoso es haber resucitado las Fiestas de la Primavera, con la primera reina del Liceo 4 de Niñas, Amalia Acuña.

¿Qué es lo que más le ha gustado del periodismo?

La entrevista. Para mi la entrevista es la base de la vida. Y el compañerismo. Creo que los periodistas somos entrañablemente amigos. Me gusta la verdad, y el periodismo debe decir la verdad. El periodismo es una de las profesiones más bellas de la humanidad, porque cuenta el diario acontecer, el diario vivir. El cómo somos y cómo podemos ser. Un periodista debe ser responsable de sus actos, de las cosas que escribe y piensa. No escribir contra la corriente porque sí.

¿Qué ha significado ser mujer y periodista?

Fui profesora de periodismo en la Universidad de Chile, Purísima Gaune fue alumna mía en tercer año de periodismo. Resulta que después llegó con una hornada a La Nación, cuando yo estaba dirigiendo el diario. Junto con Olivia Mora, que es una gran mujer, una gran periodista. Yo te diría que las mujeres son mejores periodistas que los hombres. Es el siglo de la mujer, al final nos están reconociendo. Piensa que la Ley del voto femenino se aplicó el año 1952. Ahí voté yo, cuando triunfó Carlos Ibáñez del Campo.

¿Qué consejo les daría a las nuevas generaciones? ¿A las y los periodistas que están hoy en los medios de comunicación?

Que hablen mejor, que piensen más. Que pronuncien mejor las palabras, porque el castellano lo están proletizando. Es horrible el lenguaje que se escucha por la radio. En general hay muy buenos periodistas que saben buscar información, pero no saben transmitirla.

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