Se cree que los periodistas de deportes, en su mayoría, tienen una sola cancha: el fútbol.
Son los más famosos.
Erasmo López prefirió otros senderos. Optó por especialidades afines a sus aptitudes y condiciones.
Urdimos una amable conversación. Surgen anécdotas interesantes y episodios notables.

No se aherroja en su marco, que domina con intensidad y plenitud.
Un día de 1988 estaba en Vancouver cubriendo unos juegos entre Chile y Canadá por la Copa Davis. De pronto, recibió un llamado de Joaquín Lavín, entonces subdirector de El Mercurio.

Erasmo recuerda que le planteó que, concluida la misión, se podía trasladar a Panamá porque estaba caliente la situación del dictador Manuel Noriega.

Reconstruye: “Poco antes un coronel, llamado retiro, había acusado a Noriega de haber estado implicado en el crimen del ex líder panameño y también militar Omar Torrijos, lo que originó violentas manifestaciones callejeras y una brutal represión con tanques”.

No retornó a Chile. Se trasladó a Costa Rica, donde el consulado seguía fiel a Noriega y obtuvo una visa para viajar a Panamá. Reporteó los incidentes y entrevistó a un dirigente demócrata cristiano que se encontraba en la clandestinidad.

Confiesa: “La entrevista la gestionaron en El Mercurio en Santiago por lazos con los DC chilenos. No fue mérito mío conseguirla, pero sí hacerla y dar a conocer la posición de un civil en medio de la dictadura de Noriega, quien estaba en enemistado con Estados Unidos”. No es lo único en nuestra grata tertulia.
Erasmo López nunca se encerró en el ámbito deportivo.

El domingo 1 de septiembre de 1997, al mediodía, viajaba desde Santiago a Lausana, Suiza, a un congreso del Comité Olímpico. Allí se decidiría la sede de los Juegos de 2004.
La noche anterior murió en Paris la princesa Diana, en un accidente automovilístico que conmovió al mundo.

Rememora: “Mi acierto fue detectar que sería el primer periodista chileno en llegar a Europa el lunes 2, después de la muerte de Lady Di”. Se desvió a Londres.

Con orgullo, reafirma: “Así fue como este periodista deportivo tuvo la oportunidad de reportear unos de los funerales más vistos en la historia del siglo XX”.
Siguieron sus exclusividades.

Dos semanas después estaba en Lausana y se aprontaba a volver a Chile. Recibió una llamada de Jaime Ercilla de El Mercurio. Le pidió que se trasladara a Zurich. Allí se había asilado Patricio Ortiz Montenegro, militante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.

Era unos de los cuatro que se fugaron el 30 de diciembre desde la Cárcel de Alta Seguridad de Santiago, subido de un helicóptero que los recogió.

Viajó a Zurich y entrevistó en forma exclusiva a la familia de Ortiz y con una visita restringida, eso sí, a la Cárcel de Alta Seguridad, donde tenían con detención provisoria al guerrillero chileno.

Las confesiones de Erasmo López rematan así: “Los detalles de cómo conseguí la confianza y la aceptación de la familia de Ortiz y de sus abogados de Derechos Humanos que los defendían, son materias de otras conversación, amigo Enrique”.

Por Enrique Ramírez Capello

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