Por Ignacio Kokaly

 Coincidiendo con el 450° aniversario del Archipiélago de Juan Fernández, Maura Brescia –destacada socia histórica del Círculo de Periodistas– publicará Juan Fernández: Islas de Navegantes, su tercer libro dedicado al mítico y fascinante conjunto de islas.

Con una notable trayectoria, nutrida de publicaciones que abordan temas como la muerte de Salvador Allende, la corrupción en empresas del Estado durante la dictadura y la transición, y las voces de periodistas que se desarrollaron en medio de la convulsión política que marcó la realidad latinoamericana en la segunda mitad del siglo XX, Brescia dedica su más reciente esfuerzo profesional a la locación que hace más de 50 años se ganó su corazón.

De manera inevitable, los acantilados y verdes valles que se alzan sobre el Océano Pacífico, la fauna única de la isla, y los vestigios de estructuras que marineros y colonos levantaron para diversos fines por cientos de años, envuelven al Archipiélago de Juan Fernández con un halo de misterio que tiene la fuerza suficiente para atrapar a los más curiosos.

Algo así es lo que le ocurrió a Maura Brescia. Un día, la escritora decidió que sus fronteras no estarían en tierra firme; la primera y la última palabra la tendría el mar que rodea a las islas Robinson Crusoe, Alejandro Selkirk y el islote Santa Clara, iniciando una apasionada aventura de exploración que reconstruye en cada prosa una historia protagonizada por piratas, corsarios, prisioneros y soldados, cuyas batallas y luchas contrastan con una belleza tan cautivadora como inhóspita.

A días de la presentación oficial del libro en el Museo Fonck de Viña del Mar el próximo 12 de julio – cita que contará con la presencia de su director, Eduardo Ruíz-Tagle, junto a un especialista en hazañas marítimas– Maura Brescia aborda en entrevista con el Círculo de Periodistas los detalles de este relato histórico que, en un ambiente de celebración, llega como una epístola a los parajes del archipiélago y sus secretos.

Romance de cuatro décadas

 -En la reseña de su libro “Juan Fernández: Islas de Navegantes” usted destaca cómo llegó a la isla para realizar un reportaje para TVN, sin embargo, poco a poco la localidad la fue absorbiendo, tomando la decisión de quedarse a vivir en ella. Para conocer desde dónde está escrito este relato histórico ¿Podría contarme acerca de su experiencia con la isla y cómo se enamoró de ella?

El día 27 de marzo de 1973, al subir al muelle de la isla Robinson Crusoe avisté la silueta de un moderno Robinson, de mirada profunda y barba frondosa. Los primeros días alojé en una lancha varada y me bañaba en las azulinas aguas de bahía Cumberland. A partir de ese vital instante comenzó nuestro romance de cuatro décadas de felicidad. Mis hijas Consuelo y Verónica llegaron a vivir en la isla. Día a día las veía partir caminando entre la flora nativa que rodea el valle de Lord Anson.

Más tarde nació nuestro hijo Alexander, a quien los isleños apodaron el «Langosto», por su pelo rubio-rojizo, y su nombre en homenaje al náufrago Alexander Selkirk, el más famoso de la historia.

El Solar, esa hermosa arca de Noé, fue el escenario de los días de lluvias. Nuestra más celebrada tarea fue la instalación de una proyectora cinematográfica en el gimnasio local. La novedad atrajo a los isleños durante el invierno, muchos de los cuales nunca habían visto películas.

Al atardecer, las familias descendían desde los cerros, abrigados con ponchos y alumbrados con linternas. Los rollos llegaban del continente enviados en los pocos aviones que viajaban a la isla durante la estación invernal. Con este cine local buscamos emular el famoso Cinema Paradiso que llenaba nuestra imaginación y ahuyentaba la soledad.

José fue quien, desde mi primera estadía en la isla, me enseñó a amar esa tierra de hombres aventureros y mujeres empoderadas, con quien aprendí que el Solitario náufrago Alexander Selkirk también puede existir en pleno siglo XXI.

-Este es su tercer libro sobre el Archipiélago de Juan Fernández después de Mares de Leyenda (1979) y Selkirk Robinson: El Mito (2004) ¿Qué historias rescata esta nueva obra?

A lo largo de los siglos, navegantes e historiadores han señalado como fuentes de inspiración a las islas del archipiélago de Juan Fernández. Su fama, más que al continente, trasciende hacia distantes latitudes.

Juan Fernández: Isla de Navegantes, tercer libro dedicado al Archipiélago, será presentado el próximo 22 de noviembre al cumplirse 450 años del descubrimiento de la Isla de Más a Tierra por el piloto del Mar del Sur. Escrito en un estilo personal, mezcla relatos históricos con el mundo del archipiélago poblado de colonos y más de 150 grabados antiguos de grandes artistas.

Mis ojos contemplaron con emoción la accidentada silueta del promontorio que se alza en medio del Pacífico Sur. Era la Patria que había pisado, en las postrimerías del siglo pasado, el cronista y precursor del periodismo, Benjamín Vicuña Mackenna, en su primera parada del duro viaje rumbo al destierro. La vista de la agreste isla lo impulsó a concebir la más documentada crónica que, sobre ella, escribió pluma alguna.

-Juan Fernández está compuesto por las islas Robinson Crusoe y Alejandro Selkirk – hasta 1966 conocidas como “Más a tierra” y “Más afuera”, respectivamente–, además del islote Santa Clara. Por las rutas de los navegantes y las distancias de cada una con el Chile continental, uno podría intuir que cada una tendría distintos propósitos para los isleños y los marinos ¿Cuáles son las diferencias en las historias de cada territorio y cómo ello se plasma en el libro?

Después de la derrota en Rancagua en 1814, cientos de patriotas pagaron su sed de libertad y su ansia de patria soberana y fueron arrancados con violencia de sus lechos y arrastrados a la cárcel, para emprender una cabalgata de dos días hacia Valparaíso, donde los esperaba la corbeta “Sebastiana” para formar la caravana de destierro a la isla de Juan Fernández, que duraría 27 meses de soledad, hambre y miseria. Cincuenta desterrados fueron embarcados en un verdadero convoy de próceres, compuesto de la fragata “Venganza,” la corbeta “Sebastiana” y el bergantín “Potrillo” que llegó a la isla de Más a Tierra a fines de 1816.

La miseria que sufrieron los 300 patriotas en sus celdas cavadas en el monte que rodea bahía Cumberland muestra el estado de abandono que les brindaron los tres gobernadores que tuvo la isla durante los dos años y tres meses que duró su destierro político.

Ciento diez años después, en el período del General Carlos Ibáñez del Campo, le correspondió a la isla de Más Afuera ser la prisión de delincuentes, personas calificadas de mal vivir y opositores políticos.

Un archipiélago de encantos y misterios

Este libro usted lo publicará este año coincidiendo con la conmemoración 450° del descubrimiento de Juan Fernández, participando además en un evento que cuenta con el apoyo de autoridades regionales y nacionales ¿Cómo será esta instancia de celebración?
-¿Cuál es la relevancia que tiene para los locales el apoyo a iniciativas que, como ésta, se enfocan en rescatar la mítica historia de Juan Fernández?

La Ilustre Municipalidad del Archipiélago de Juan Fernández, con ocasión de celebrarse 450 del descubrimiento de la Isla por el Piloto Juan Fernández, está organizando las festividades que culminaran el día 22 de noviembre.

Trataremos de celebrarlo con sus significados y valores, las proezas, los talentos, las visiones de grandes personajes de su historia, como se merece una fecha de reflexión y alegría tan importante

Habrá conferencias, espectáculos, competencias deportivas.  Con participación de representaciones de gobierno, de embajadas, de instituciones del ámbito de la cultura y del arte

Es un Archipiélago pleno de saber vivir encantos y misterios. Se puede empezar el día disfrutando del amanecer frente a ese verde azul de nuestra Bahía Cumberland y terminarlo disfrutando de un atardecer en un concierto de mar, olas, nubes y viento. En la noche disfrutar de la luna, la vía láctea y esa inmensidad de estrellas.

Es un anfiteatro especial en el mundo por su nacimiento y desarrollo distante de las masas continentales, un desarrollo autóctono, endémico único en el mundo. Intentaremos hacer llegar a todos los grandes valores de esta isla tan única, con un pasado, presente y futuro, pleno de conocimientos de lo que ha sido y será la historia del hombre y de su entorno.

 -¿Qué rol juega en el libro la flora y fauna del archipiélago? ¿Cuál es la riqueza de Juan Fernández en términos científicos?

Pocas regiones del mundo disputan al Archipiélago haber atraído mayor número de botánicos ilustres, ya que la flora del parque se destaca por poseer 137 especies endémicas y 213 nativas, siendo el Parque con mayor porcentaje de endemismo del planeta.

El Parque Nacional de Juan Fernández conserva un sistema ecológico único en el mundo. También es Reserva Mundial de la Biósfera y Patrimonio Científico de la Humanidad.

En 1830 arribó el primer naturalista Claudio Gay, a continuación, en 1850 Rodulfo Philippi, Friederich Johow, en 1896; Karl Skottberg, en 1916 y 1917.  Últimamente, en el presente siglo, los botánicos Philippe Dantón y Christopher Perrier, con registro de más de 1500 plantas conforman una larga lista de científicos.

En el fondo del mar se encuentra un zoofito fosilizado petrificado de color negro. Es el coral negro o árbol de mar que los artesanos isleños pulen y tallan con una belleza sorprendente.

Episodios memorables

-Cuando hablamos de un relato histórico, se tiende a pensar en un pasado distante, en este caso, con corsarios y piratas. Sin embargo, Juan Fernández, sólo en el siglo pasado, albergó un campo de prisioneros políticos, fue el punto donde recalaron barcos ingleses en la Primera Guerra Mundial, incluso hubo revuelo por supuestas operaciones de colaboradores nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Además, en este siglo, el archipiélago se vio afectado por el terremoto y posterior tsunami el año 2010, y volvió a atraer la atención mediática el 2011 por el fatídico accidente del Casa 212 ¿Estas historias son abordadas en esta nueva entrega?-Estos cinco episodios han sido abordados en mis tres libros referentes al Archipiélago de Juan Fernández: Mares de Leyenda (1976), Selkirk/Robinson: El Mito (2004), como asimismo, en este tercer libro Juan Fernández, Islas de Navegantes.

En 1927, unos reos comunes y un centenar de presos políticos de las cárceles del continente fueron desterrados a la Isla de Más Afuera.

El mayor Millán, Roberto Yungue, Gaspar Mora, Braulio León Peña, Elías Lafferte, Alberto Baloffet, Eugenio González Rojas, Luis Heredia, Rojas Marín, Juan Chacón Corona, Pedro Arratia y Castor Villarín, entre otros, fueron relegados a la distante isla.

Las vivencias de estos desterrados fueron plasmadas por el educador Eugenio González, quien después llegaría a ser director del Instituto Pedagógico, ministro de Educación y senador, en su novela “Mas Afuera”, que relata la odisea de estos presos políticos en las empinadas colinas de la isla.

Cansado de la vida monótona, el líder sindical Castor Villarín tripuló, con seis compañeros de destierro, el único bote que había escapado al naufragio de la escampavía “Águila”, en un viaje hacia la quimérica libertad. Sin embargo, los llevó a la muerte en medio del océano.

En 1929, sólo 16 reos políticos acompañaban a los 164 penados. La tragedia de los desterrados de Más Afuera, durante la última etapa carcelaria del archipiélago, fue trazada con rasgos trágicos por el poeta Roberto Meza Fuentes, cuyos vívidos versos conmovieron tan profundamente a los chilenos, que el penal fue definitivamente desmontado.

Tsunami del 2010: el Sonido de la Resiliencia. El sistema de alerta ante desastres con que contaba en esa aciaga noche el poblado de San Juan Bautista en el Archipiélago de Juan Fernández consistía en un tañido sonoro en la plaza central del poblado.

El 27 de febrero de 2010, fue el único sistema que alertó a la comunidad del tsunami que se producía por el terremoto de 8.8º Richter, uno de los seis más fuertes de la historia sísmica, permitiendo que los isleños corrieran huyendo hacia lo alto, mitigando las consecuencias fatales de la ola nueve metros que azotó la bahía Cumberland a las 03.34 de la madrugada. Al día siguiente se informaba de 8 muertes y once desaparecidos. El maremoto se adentró alrededor de 300 metros en el poblado arrasando el colegio, la plaza, la municipalidad y numerosas viviendas de la isla.

Tragedia del Casa 212: Felipe Camiroaga, comunicador y presentador. El 2 de septiembre del 2011, la tragedia del Casa 212 enlutó al país. Pocas personas saben que Felipe Camiroaga, desde niño, visitó la Isla de Robinson Crusoe todos los años, acompañado de sus amigos del colegio. En su memoria, los isleños del Archipiélago instalaron un centro cultural en su nombre.

 La leyenda del tesoro

 -Según sus investigaciones ¿Qué tanto es cierto lo del tesoro que estaría enterrado en Robinson Crusoe?

La Isla Más a Tierra ha sido escenario de una de las búsquedas de tesoros más intensas. La historia, contada por María Eugenia Beeche, le fue transmitida por su suegro, Luis Cousiño, quién a fines de 1940 fue contactado por un inglés, quien había encontrado las cartas que Cornelius Webb envió a Lord George Anson a Inglaterra a mediados del siglo XVIII, en las que revela la existencia del tesoro de Juan Fernández, y se las entregó.

El empresario de las salitreras, Matías Cousiño, estando en Inglaterra, adquirió las memorias de Lord Anson, quién se refugió el 9 de junio de 1741 con su tripulación en la Isla de Más a Tierra, actual Robinson Crusoe.

Después de viajar a Londres a verificar ciertos datos un grupo de buscadores se trasladó al archipiélago Juan Fernández, llegando a un acuerdo con las autoridades isleñas.

Medio siglo después entra a la aventura el acaudalado empresario Bernard Keiser, quien se embarcó en 1998 a Juan Fernández en la búsqueda del fabuloso tesoro, tomando contacto directo con María Eugenia Beeche, donde llegaron a un acuerdo para la exploración.

Keiser investigó la leyenda que asegura que en el siglo XVIII un noble español escondió en algún lugar 800 barriles repletos de oro. Se trataría de una fortuna avaluada en unos 10 mil millones de dólares, de la que, si llega a existir, le correspondería a Keiser el 25% y el resto al Fisco chileno.

Ya en la Isla, Keiser quiso establecer el origen y la forma en que fue a parar al archipiélago chileno. Fue el marino de la corona española Juan Esteban Ubilla y Echeverría –general de la flota que permanecía en Veracruz– quien habría traído el tesoro parte del tributo azteca.

Según los archivos, Ubilla habría escondido el tesoro en la isla, sin poder saberlo con certeza, porque habría desaparecido después de zarpar del puerto de Veracruz.

Los escritos de Webb, sin embargo, nunca llegaron a manos de Lord Anson, pues éste murió seis meses antes de que llegaran a Inglaterra. Por su parte, Webb falleció poco después de llegar al continente, aquejado de malaria.

Estos documentos fueron encontrados en 1950, en el norte de. Inglaterra, por un desconocido que se contactó con el chileno Luis Cousiño, suegro de María Eugenia Beeche, residente isleña.

Estas cartas, más lo encontrado en el continente, son los papeles que figuran en poder de Keiser.

Las claves de la búsqueda forman parte de símbolos de la tradición corsaria. Una rosa grabada en forma vertical, que se nombra en la carta encontrada en el continente y que se presume es la forma de la cueva donde se encuentra el tesoro, y las iniciales AB superpuestas y dentro de un rombo que representa un diamante y cuyo significado –según Keiser– sería la marca de Ubilla y Echeverría.

En el interior de la caverna conocida como la Cueva de Selkirk, situada en Puerto Inglés, hay algunas inscripciones grabadas en las paredes, que para Keiser son los signos referidos. En su opinión, éstos señalan la ruta trazada por Uribe y Echeverría, y un dibujo, que él identifica con una rosa, símbolo del tesoro.

Una rosa de oro, con incrustaciones de diamantes y esmeraldas, que perteneció al inca Atahualpa es la pieza más preciada por Bernard Keiser.

El botín enterrado por el navegante y noble español perteneciente a la orden de Santiago, Juan Esteban Ubilla de Echeverría tendría, además, 97 toneladas de oro y de piedras preciosas.

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