Por Ignacio Kokaly
“Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen… ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.
Salvador Allende Gossens
Cuando la memoria se cruza con la literatura surge algo especial. Es como si las páginas del libro entre las manos atraparan las voces, texturas, reglas y eventos de otro tiempo; como un cristal que nos permite mirar al pasado con el privilegio de reflexionar en el tiempo presente.
Cuando la memoria se cruza con la literatura surge un Lugar de Memoria. Esa es la propuesta de la destacada periodista Myriam Carmen Pinto en su obra Hijos de Allende. Publicado a mediados del año pasado, la obra alberga entre líneas crónicas, epístolas y documentos que la autora ha trabajado a lo largo de su carrera profesional, con profundas reflexiones sobre el proyecto de la Unidad Popular, la barbarie de la dictadura, la reconstrucción de la democracia en Chile y las masivas protestas de octubre del 2019.
A meses de su lanzamiento, la escritora reconoce que, además de un Lugar de Memoria, el libro se ha convertido en un punto de encuentro. No son pocas las personas que todavía guardan en su corazón la esperanza de un cambio en el modelo –como el que proponía el mandato de Salvador Allende– hallando en esta pieza un espacio para revisitar una historia colectiva.
Lee a continuación la entrevista que el Círculo de Periodistas de Santiago realizó a la autora de Hijos de Allende –que es posible adquirir en este enlace–, donde Myriam Carmen Pinto reflexiona sobre la recepción que ha tenido su trabajo, las instancias que ha permitido en torno a la memoria, y las posibilidades que existen actualmente para construir un Chile plenamente democrático.
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Myriam, el libro se divide en tres grandes secciones: Pasados que no pasan, Septiembre es memoria y Ciudadanía militancia memorial, cada una con sus correspondientes crónicas ¿Qué es lo que define el hilo conductor de cada uno de estos segmentos y qué clase de historias las lectoras y lectores podrán encontrar en ellos?
MP: Todas las historias, vivencias, diálogos, conversaciones, testimonios y cartas reunidas en este libro están hiladas a partir de mi propia trayectoria periodística en los medios de comunicación opositores al régimen militar y, tras el retorno de la democracia, un ejercicio en espacios gubernamentales, no gubernamentales y medios independientes. Es una suerte de Yo memorial, mundos de vida que trazan lo que va por dentro de acontecimientos históricos recientes, abarcando la defensa de los derechos humanos, recuperación de la democracia, experiencias de exilio en Francia y Suecia, posicionamiento crítico del movimiento social frente a la mercantilización de derechos, destrucción ambiental y últimamente la conformación de una ciudadanía y militancia memorial viva, entre ellos, por ejemplo, colectivos, sitios de Memoria, familiares de genocidas (Historias Desobedientes, incluyendo una nueva institucionalidad de derechos humanos a nivel de Estado, partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil.
¿Por qué el libro lleva por nombre Hijos de Allende?
MP: Dicho concepto ha estado en mi mente desde el Chile de Allende. Por entonces, siendo una estudiante liceana me presentaba como Hija de Allende, reconociendo que este período incidió en mi formación política y conciencia de clase. Es incluyente y aglutinador no solo a nivel de las militancias partidarias sino también enlaza a los miles y miles que lo aplaudieron y apoyaron su gobierno, a los que cayeron presos, a los abatidos, a quienes partieron al exilio, y en definitiva son todos los herederos del legado por un Chile más justo e igualitario, incluyendo a las nuevas generaciones.
Una de las cosas más relevantes de la obra es que se trata de un ejercicio de memoria activo; en este sentido, y entendiendo que es una de las consignas principales de la propuesta ¿Cómo es que este libro interpela al presente?
MP: Aquí está abordada una memoria viva, una memoria que respira viva entre nosotros, una verdad histórica y colectiva frente a los intentos de negarla y borrarla. Se trata del rescate de una memoria desde el presente frente a un pasado que no pasa y por un Nunca Más, interpelando un llamado a valorar la unidad, la democracia y la paz social.
En sus relatos y testimonios, el libro destaca por su diversidad: El primer centro de tortura en Chile justo debajo de la Plaza de la Constitución, la resistencia marítima de pescadores artesanales frente al saqueo del mar por parte de grupos empresariales, e incluso la resistencia del Pueblo Mapuche en su lucha contra grandes capitales que amenazan constantemente su tierra e identidad ¿Podríamos hacer un repaso de estas y otras crónicas del libro para entregar a los lectores una idea de lo que podrán encontrar en esta obra?
MP: Las personas que he conocido y entrevistado y que forman parte de este libro, una buena parte de ellos más bien anónimos, me conmocionaron enormemente ya sea por su capacidad de resistencia, convicciones e incidencia, vulnerabilidad y dimensión humana frente a la violencia y traumas. El caso del -Muertito vivo- relata la vida de un sobreviviente de un fusilamiento bajo la Ley de Fuga. La historia del asesinato del Conservador de Bienes Raíces molarca su sentencia de muerte por negarse a firmar escrituras falsas presentadas por agentes de seguridad. También incluí al chofer de Pablo Neruda, a quién conocí en Isla Negra, él se acercó a mí cuando alguien le dijo que yo era periodista, fue en 2010. Su saber histórico asegura que el poeta fue asesinado. Otra historia muy interesante es la de Lautaro Labbé, escultor, muy poco visibilizado. El poeta Tote España, también está incluido, él me metió en el mundo narrativo y escritura de libros. Todas estas historias en conjunto con la mía resignifican la bajada del título: Nuestra historia es memoria. Biografías colectivas.
Quiero volver a la historia de Floriano Cariqueo y al recuerdo de cómo una publicación que usted realizó denunciando la detención clandestina de una familia por parte de Carabineros de Chile logró que se reconociese públicamente, resguardando a los integrantes del clan frente a posibles abusos de poder. Se trata de una invitación abierta a la reflexión como profesionales de la comunicación ¿Para qué sirve el periodismo en su esencia?
MP: Durante la dictadura civil militar los Tribunales de Justicia rechazaban tramitar recursos de amparo y de protección. Entre los años 1978-1980, trabajaba en la radio Chilena, recuerdo que llegaban muchas personas a informarnos sobre secuestros de sus familiares. Por entonces, la posibilidad de dar a conocer estos hechos se volvía casi un pasaporte de vida. Nuestro desafío no solo se enfrentaba a la censura y a la represión sino también al rol que cumplíamos en la ardua tarea de la defensa de los derechos humanos. En Chile, hoy por hoy, reconociendo el problema de la concentración de los medios de comunicación, el periodismo independiente debiera orientarse a visibilizar las voces del movimiento social, convertirse en un puente entre la élite política y económica y la ciudadanía.
En su apartado final, el libro hace un importante cruce del Estallido Social con la memoria histórica y las luchas del pueblo que la UP canalizó en su programa ¿Cómo ambos hitos históricos confluyen dentro de la obra y, por consiguiente, en la vigencia de los problemas sociales en la actualidad?
MP: La historia más reciente de Chile marca acontecimientos históricos y cambios significativos que se expresan en ámbitos políticos, sociales, culturales y económicos. Tras la ruptura violenta de la experiencia revolucionaria del gobierno de la Unidad Popular se impone un modelo económico neoliberal que mercantiliza nuestros derechos básicos hasta los días de hoy, abriendo una profunda brecha de desigualdad y polarización. Asistimos a un descontento ciudadano generalizado que no ha sido resuelto. El anhelo de otro Chile sigue presente en la sociedad chilena.
Siguiendo la línea de la pregunta anterior ¿Cómo podríamos elaborar hoy un proyecto colectivo que nos impulse a pensar y construir una sociedad mejor?
MP: Un proyecto colectivo debe considerar un Chile más inclusivo y participativo, un Chile en donde reine la verdad, justicia y reparación no solo a los caídos por violaciones de derechos humanos durante el período de la dictadura civil militar y durante la revuelta popular sino también a todos los sectores cuyas deudas siguen pendientes, por ejemplo, estudiantes y profesionales endeudados, y el propio sistema comunicacional. La ley de fomento de medios no es suficiente. Un proyecto colectivo debe contemplar un sistema comunicacional orientado a construir una ciudadanía democrática.
¿Cómo ha sido la recepción de la obra a nivel nacional e internacional y qué reflexiones han emergido en torno a ella?
MP: El libro en Chile se ha presentado tanto en Santiago como en la Quinta Región, que es donde yo vivo. Como yo viajo a Francia cada año por motivos familiares, y tengo contacto con comunidades chilenas de allá, entre las cuales hay varios exiliados en tiempos de dictadura, se presentó allá.
Gracias la Asociación Pablo Neruda Siglo XXI, que reúne a chilenos y franceses, pude presentar el libro en las ciudades de Besanzón y París; en esta última presentación hicimos un homenaje a Víctor Jara, ya que estaba allí presente Héctor Herrera, chileno exiliado en Francia que fue quien reconoció el cuerpo sin vida del cantautor en la morgue e hizo todas las gestiones clandestinas para acreditarlo ante el Registro Civil, entregándole posteriormente a Joan Turner (compañera de Víctor Jara al momento de su deceso) con los funerales. Esa gestión impidió que Víctor Jara fuese un detenido desaparecido. Esa historia está en el libro y por eso invitamos a Herrera para que fuera parte de esto. Fue muy emocionante, porque siento que el libro permitió el reencuentro de los “Hijos de Allende”, dispersos tanto en Chile como en el extranjero.
Lo que también ha pasado es que el libro permite una interpelación, y la gente se va al pasado con los ojos del presente. Cuando se llevan a cabo las presentaciones se produce este reencuentro en el que las personas pueden mirarse y encontrar un llamado a la unidad.
Yo creo que fue el título lo que hizo al libro tan atractivo, al punto que me entrevistaron en la Radio Francia Internacional, otra radio francesa y varios medios latinoamericanos, todo sin muchos recursos para la difusión.
Cuando regresé, en febrero, hicimos una donación de ejemplares a la Fundación Víctor Jara, y lo recibió Amanda Jara (hija de Víctor Jara).
Me siento conforme, porque el libro abarca lo que es el proyecto de la Unidad Popular, los años de la dictadura, el retorno de la democracia, pero también la imposición y construcción del modelo neoliberal, y el estallido de octubre del 2019, creo que todo eso se refleja en el libro y en el interés de la gente por acceder a información a la que los medios no dan tanta cabida.