Por Loreto Paillacar S.

En 1953, la Universidad de Chile inauguró la primera Escuela de Periodismo de nuestro país, gracias a los esfuerzos de un grupo de dirigentes del Círculo de Periodistas, liderado por Juan Emilio Pacull. La clase inaugural ocurrió un 20 de abril y entre sus primeros alumnos se encontraba Claudio Darío Bueno Venegas

 Bueno Venegas, periodista, escribidor y socio del Círculo de Periodistas de Santiago nació un 16 de diciembre de 1929 en La Chimba, sector norte de Santiago. Su educación primaria y secundaria transcurrió en instituciones públicas y prosiguió sus estudios en el Instituto Nacional, donde se graduó en 1948 como Bachiller en Letras.

Ingresó a la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, pero debió abandonar la carrera en el segundo año debido a la necesidad de trabajar para contribuir económicamente a su familia. Entonces, se unió al equipo del diario El Siglo. Allí, asumió el cargo de subdirector. Debido a los bajos salarios, abandonó el periodismo temporalmente y, durante más de treinta años, trabajó como vendedor de fósforos publicitarios para la Compañía Chilena de Fósforos.

Tiempo después, su vínculo con el periodismo fue reavivado cuando el abogado Laureano León Morales, quien ocupaba el cargo de Subsecretario de Previsión Social en el gobierno del Dr. Salvador Allende Gossens​​, le pidió que se uniera como Relacionador Público en dicha Subsecretaría; cargo que tuvo hasta el 11 de septiembre de 1973.

Ha escrito cuatro libros de cuentos humorísticos: Cuentos Antidepresivos, Cuentos Para Olvidar Las Penas, Cuentos Espectaculares y Covid – Cuentos, bajo el seudónimo Claudio Regular, y una vez a la semana escribe un cuento para talleres literarios Memoria Viva de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH). Sin embargo, “no me considero un escritor, más bien soy un escribidor”, afirma.

 Este año cumplirá 94 años, “toda una vida por delante”, declara. En una entrevista exclusiva para el Círculo de Periodistas de Santiago aborda el rol de la “Casa del Periodista”, inaugurada un 15 de octubre de 1953, y la influencia que ha tenido la institución en la historia del periodismo chileno.

-¿Cuál es la importancia histórica de la inauguración del «primer hogar gremial» de periodistas? ¿Cómo impactó en la comunidad periodística?

La importancia histórica de la inauguración del edificio de Amunátegui 31 radica, a mi juicio, en que se materializa en una época en que el mundo estaba enfrentado en una Guerra Fría, entre capitalismo y socialismo. Los grupos sociales, partidos políticos, asociaciones de todo tipo, de la mayoría de los países del mundo, debieron tomar posiciones.

Los periodistas, todos autodidactas, cumplían un papel fundamental. Los diarios tenían tiradas espectaculares y los colegas radiales comentaban, desde sus posiciones, el ir y venir de las noticias. Se notaba desorden y corrupción en algunos segmentos informativos y fue necesario la creación del Colegio de Periodistas para velar por la ética y las buenas prácticas de nuestra actividad.

Por su parte, los reporteros, columnistas, fotógrafos y aprendices se reunían en restoranes para tratar sus problemas gremiales. Era el Círculo de Periodistas que circulaba por donde los admitieran. Y ahí surgió la idea de contar con una “residencia en la tierra” para debatir sus inquietudes hasta el histórico 15 de octubre de 1953.

 -Existía «camaradería» entre los «hombres de prensa» en ese momento. ¿Qué puede decirnos sobre la relación entre periodistas de esa época? En su opinión, ¿ha cambiado este vínculo desde entonces?

En el período en que ejercí la profesión, es decir, a mediados del siglo pasado, el compañerismo existía, preferentemente, entre colegas de la misma tendencia política. En esa época, en muy pocos medios. Los reporteros debíamos cubrir ministerios, cultura, policía, justicia, poblaciones, etc.

Una anécdota que ilustra esta situación es cuando trabajaba en El Siglo. Me llamó por teléfono un colega para que le contara qué había pasado en policía porque él no alcanzó a llegar a la hora en que se nos entregaban las noticias. Además, se expresó muy mal del jefe policial, tildándolo de “guatón tal por cual” más unos cuantos garabatos en su contra.

Al día siguiente llegué, inocentemente, a cumplir con mi visita a policía. En cuanto el funcionario me divisó, con sonrisa diabólica, me dice: “así que guatón” y me reprodujo las “alabanzas” que mi estimado colega le había dedicado.

 -La presencia del presidente Carlos Ibáñez del Campo y otras altas autoridades, incluyendo jefes de las Fuerzas Armadas y parlamentarios de todos los sectores, en la inauguración del edificio de Amunátegui 31 sugiere una gran importancia. ¿Qué significado tuvo para la prensa en ese momento?

La presencia del Presidente de la República, ministros, parlamentarios de diversas tendencias, jefes de servicios, jefes castrenses, el cardenal Caro y otras autoridades tuvo, según mi opinión, una importancia trascendental, porque daba la impresión de unidad nacional que se necesitaba para avanzar en lo político y en lo social, como la esperada derogación de la Ley de Defensa de la Democracia que dictó González Videla.

Se temía que Ibáñez, ante cualquier movimiento de la oposición que no fuera de su agrado, se olvidara de las prácticas democráticas y se transformara en dictador como ocurrió entre los años 1927-1931.

 -¿Cómo influyó en la vida de los periodistas de la época la creación de este «hogar gremial»? ¿Qué papel tuvo Juan Emilio Pacull en este hito?

La necesidad de contar con un hogar social se hacía cada vez más necesaria. Había que tener un lugar donde reunirse y surgen dirigentes históricos, como Juan Emilio Pacull que encabezan esta idea.

Pacull es, sin lugar a dudas, el dirigente providencial que encabezaba este movimiento. Su personalidad, carisma, presencia física y otros atributos lo transformaron en el abanderado de la causa por este hogar fraternal para el gremio.

Si no hubiese existido este dirigente, seguramente otros, como Juan Honorato, Orlando Millas y Alejandro Cabrera habrían luchado por conseguir una sede. Tal vez habrían demorado más y conseguido una casa más modesta.

 -Desde su apreciación, ¿cómo evolucionó el papel del Círculo de Periodistas de Santiago a partir de sus inicios hasta la actualidad?

El Círculo ha evolucionado con altos y bajos, como toda organización social, enfrentando el duelo de los colegas torturados, asesinados y hechos desaparecer durante la dictadura. Un robo, la pandemia y otras calamidades. Pero su acción de carácter social se ha fortalecido a través de las sucesivas directivas que, además, le han dado movimiento al Teatro Camilo Henríquez, a las Cabañas de El Tabo, a La Taberna y actividades diversas.

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