Por Ignacio Kokalys
Con una innovadora propuesta, el libro, escrito por la profesora de música y Licenciada en folclor, Catalina Jordán, en conjunto con el periodista Cristian González, busca atrapar en una gran composición literaria las voces de los artistas que alguna vez dieron vida a las famosas peñas del Gran Valparaíso. Rescatando este importante bagaje cultural, enfatizan que no se trata de un relato exclusivo de la Región de Valparaíso, sino de un fragmento de la historia musical de Chile. En entrevista con el Círculo ahondaron en los detalles de su nueva obra, que promete una experiencia multimedia e inmersiva para el lector, convirtiéndolo en un fiel espectador del desarrollo de las peñas en la ciudad porteña y sus alrededores.
P: ¿Por qué el libro se llama Canciones del Viento?
Catalina: El nombre debía representar todo el espacio que abarca nuestro estudio —Valparaíso, Viña del Mar y Villa Alemana—, y pudo haberse llamado “Canciones del Mar”, por ejemplo, pero eso solo representa a una parte del territorio. Entonces, Cristian en algún momento propuso Canciones del Viento porque el viento es un rasgo característico de esa zona costera y funciona como metáfora: lleva y trae cosas e historias que se habían perdido. Con el viento mismo rescatamos canciones que el tiempo había esparcido y luego recuperamos aquí en forma de texto.
Cristian: Claro, además, las peñas de Valparaíso son mucho menos conocidas que las de Santiago, por este centralismo que siempre acuso, y de alguna forma sentíamos que los artistas –en muchos casos desconocidos– aportaron con historias que pareciera que se las hubiese llevado el viento. Había una deuda con ellos porque esas historias y canciones jamás se dieron a conocer, y lo que hace el libro es un poco de justicia con ellos, recordándolos en un homenaje.
P: ¿Por qué entre 1965 y 1986?
Cristian: Yo ya había hecho, hace mucho tiempo, un libro sobre las peñas de Santiago en dictadura, y Catalina ya tenía esta idea de hacer uno sobre la historia de las peñas de Valparaíso pero en un periodo más completo. En 1965 había comenzado una peña que fue tan importante como la Peña de los Parra, y jamás tuvo el realce que merecía, pese a haber reunido a artistas muy importantes. Y lo extendemos hasta 1986 porque después de esa fecha la información escasea y las peñas comenzaron a mutar en otros espacios más comerciales como tabernas o restaurantes. Además, pensamos que quedaba un buen periodo de tiempo abarcado en cuanto a la dimensión política: las protestas masivas contra Pinochet ya se habían desatado, había grupos armados de resistencia al régimen, y las peñas también se enmarcan en ese proceso.
Catalina: Exacto. Metodológicamente decidimos ese corte porque en 1965 confluyen la peña de Los Parra, que nace en abril, y la de Valparaíso que nace en agosto de ese mismo año, y hasta 1986 aún había actividad de peñas vinculadas a la canción popular.
P: ¿Cómo fue el proceso creativo y periodístico detrás del libro?
Cristian: Nuestro ejercicio periodístico giró en torno a dar voz a personajes anónimos que no son reconocidos ni siquiera en Valparaíso, fuentes subalternas que nunca habían sido registradas en la prensa y que guardan sus historias. Contrastamos cada dato con varias fuentes y dejamos al lector la interpretación cuando no había evidencia escrita. Y sentimos que le damos valor a la resistencia cultural antes y después del golpe de Estado, realzando voces que habían sido silenciadas. También quisimos incorporar un estilo narrativo más literario para hacer la lectura amigable a todo tipo de público.
Catalina: La primera parte del libro requirió un trabajo minucioso de revisión de prensa y bibliografía, dado que muchas fuentes originales habían fallecido o las fuentes directas que había eran demasiado lejanas a estos ambientes. En la segunda parte, en cambio, accedimos a más testimonios vivos pero con menos respaldo bibliográfico, así que alternamos entrevistas directas, con búsquedas en archivos orales y tesis para ir resolviendo las dificultades. De hecho, cuando empecé a indagar, me llamó mucho la atención que la primera mención a las peñas de Valparaíso la encontrara en el libro de Juan Cristóbal Peña Los Fusileros, y ahí se relataba que todo un comando de resistencia a la dictadura de Pinochet se había conocido en la Peña folclórica del Club Orompello.
P: ¿Qué voces dan vida al relato?
Catalina: Hay tres tipos de voces: protagonistas directos, como organizadores y actores de las peñas; músicos y artistas reconocidos que participaron en los espacios pero en roles más secundarios; y voces de contexto con testimonios extraídos de fuentes escritas o grabaciones antiguas, como entrevistas al Gitano Rodríguez.
En la primera parte del libro, destacan el Gitano –que estuvo en todas las peñas y fue muy importante–, Juan Estanislao Pérez y Roberto Rivera, que era miembro del conjunto Tiemponuevo, al que logramos entrevistar antes de su fallecimiento. En la segunda, Polo Aravena, Guillermo Scherping, Víctor Sanhueza, Gastón Espinoza y Rebeca Arbulú, entre otros.
Cristian: Algo importante es que hubo casos en que no pudimos acceder a las fuentes directas. El exdirector del Instituto Chileno-Francés de Cultura, Alain Drouillet, por ejemplo, no nos quiso dar una entrevista porque sentía que ya había hablado lo suficiente del tema, pero su testimonio estaba en la tesis –escrita en francés– de una chica que se llamaba Agatha. Él es un personaje muy importante, ya que explica por qué abrió un espacio como este en plena dictadura. Otra persona relevante es don Carlos Zamora, que fue prácticamente la cara visible de la peña El Brasero, que lamentablemente murió antes de que lo pudiéramos entrevistar, pero rescatamos sus memorias de una entrevista que dio al Museo de la Memoria.
P: ¿De qué manera integran material gráfico y patrimonial?
Catalina: Recopilamos fotografías, afiches y documentos inéditos directamente de entrevistados y de archivos como la Biblioteca Nacional. Varias piezas llegaron en maleta de mano –como fue el caso del archivo personal del músico porteño Payo Grondona–, sin catálogo, y las fotografiamos con el celular. Rescatar esos registros fue muy importante.
Cristian: Además, incluimos un código QR con archivos de audio: conciertos del Gitano Rodríguez, Margot Loyola –realizados en la Peña de la Universidad de Chile de Valparaíso– y la celebración del cuarto aniversario de la Peña El Brasero. El libro se vuelve así una experiencia multimedia, más allá de las fotografías que están en el libro.
P: ¿Cómo reconstruyen el espacio del Gran Valparaíso?
Catalina: Definimos el Gran Valparaíso como Valparaíso, Viña del Mar, Quilpué, Concón y Villa Alemana, con lo que conocemos como el plan y los interiores. En tres comunas encontramos peñas formales y en las otras dos indicios que quedaron por explorar. Hablamos del plan, de los cerros y del interior, mostrando la red de intercambios culturales entre estos, un gran territorio interconectado, muy similar al Gran Santiago.
Cristian: Siento que este libro ayuda a leer Valparaíso de otra manera. Nosotros, con los lugares –independientemente de si los edificios siguen en pie o no– hicimos una ruta patrimonial. Hay lugares, como por ejemplo el espacio donde estuvo la Universidad de Chile de Valparaíso, donde ahora hay una Petrobras… Entonces, da cuenta del deterioro que ha sufrido el patrimonio cultural de Valparaíso en su historia, y por eso nos gustaría, quizás en un futuro, que se instalen placas que den cuenta de la historia. Aquí hay una oportunidad de darle valor a estos espacios reconociendo esta historia tan rica.
P: ¿Qué les llamó más la atención del proceso?
Cristian: Descubrir la relevancia de la peña de la Universidad de Chile en Valparaíso: traía musicólogos, ofrecía talleres y convocaba a artistas internacionales como Atahualpa Yupanqui, nacionales como Violeta Parra, e incluso hacía investigación. Ese centralismo que invisibiliza regiones me impresionó, porque aquí estamos hablando de la historia de la música chilena, no solo de Valparaíso. Poco se habla de los acontecimientos en regiones, entonces, sería excelente que esto se pudiera replicar en otros lugares de Chile para conocer cada uno de los procesos. Tratamos de cubrir un poco ese vacío de investigación y estimular a otros investigadores para que puedan contar estas historias.
Catalina: Para mí, que viví en la región desde los 9 años, habiendo estudiado en la Universidad de Playa Ancha, que es la misma a la que pertenecían los integrantes de la Peña El Brasero, antes que fuera la UPLA, me cambió totalmente la forma de ver el territorio y la ciudad. Recorrer lugares que antes no significaban nada y darles un valor histórico: caminar la ciudad reconociendo donde estuvieron Violeta Parra, Atahualpa Yupanqui, o donde se armaron peñas de estudiantes en plena dictadura, incluso en aquellas en las que yo participé siendo estudiantes , las percibo como herederas de toda esa historia.
P: ¿Algo más que quieran recalcar?
Cristian: Que ojalá el libro no se interpretara como una historia regional. Quizás esto es reiterativo, pero quiero ser enfático: acá hay un pedacito de la historia de la música de Chile que no ha sido contada, y este libro la recupera, especialmente en la primera parte, donde se da cuenta que los grandes próceres de la música chilena pasaron por Valparaíso. Y en la segunda parte, tenemos personas anónimas y corajudas que se enfrentaron a la dictadura pese a las condiciones de represión y los “sapos” infiltrados en estos espacios. Me gusta mucho usar el concepto del “inxilio” (robado a Pedro Aceituno) para hablar del silencio al que fueron sometidos esos artistas desconocidos y no profesionales, que tenían que arriesgarse en plena dictadura solo por amor al canto, y al público que tenía la valentía de enfrentar al régimen.
Catalina: Que decidimos hacer este libro para rescatar la historia regional, pero también manteniendo un tono cercano, casi “cariñoso”, para que las historias de los entrevistados fueran el foco y no los escritores, como ocurre en otros libros, y nosotros solo somos meros transmisores de estas historias. Quizás se nos vaya a criticar en espacios más académicos por el tono no tan cientificista, pero hicimos todo lo posible para poner estas voces en primer plano de manera amigable en la prosa.